A las personas que deben dinero a alguna o algunas empresas se les considera morosos, y estas personas pueden tener diversos motivos para no haber pagado lo que debería, ya sea por la compra de un producto o por la prestación de un servicio. Se considera morosos a quienes, por ejemplo, no pagan algunas de sus facturas, personas que no entregan la parte correspondiente a la venta de una herencia y que le corresponde a otra persona, empresarios que hacen pedidos millonarios y luego no pueden hacer frente a su devolución o inquilinos que no ingresan el dinero del alquiler o que no pueden hacer frente a una hipoteca.
Los impagos más habituales se deben a descubiertos en las cuentas corrientes, aunque también se da el caso de personas que no pagan sus deudas simplemente porque no quieren. Los servicios de recuperación de deudas se suelen asociar a algunas empresas del sector que se dedican a llamar la atención con disfraces y poner en evidencia al moroso para que así pague su deuda. Este tipo de gestión de cobro de morosos es el más conocido pero no es el más usado, ya que las empresas no quieren recurrir a esta opción hasta no haber agotado todas las vías posibles para el cobro de la deuda.
Según el tipo de moroso, la empresa puede optar por una u otra vía para hacer presión y conseguir su cobro, ya que quien acude a una empresa de cobros a morosos lo hace porque después de presionar por su cuenta al cliente no ha obtenido un resultado positivo. 5 de cada 10 empresas optan por poner el problema en manos de abogados para que sean éstos los que presionen a los clientes hasta conseguir saldar la deuda, algo que si no sucede se termina llevando a juicio para que sea un juez quien ordene la forma de pago. La otra mitad se reparte entre diversas fórmulas como los disfraces, el “acoso” telefónico o directamente la denuncia judicial.
Foto: Gallega del Cobro