La actual crisis económica está provocando que aumenten los casos de particulares y empresas morosas. Aunque realmente siempre han existido personas y entidades especialmente proclives, por todo tipo de razones, a no ser especialmente solventes y deber sumas de dinero más o menos importantes.
Por ello, desde las empresas de cobros de deudas hacen especial hincapié en que el primer paso que hay que para evitar clientes morosos es la prevención. Así, antes de firmar cualquier acuerdo conviene recopilar toda la información que se pueda sobre el cliente en cuestión, bien sea por cuenta propia a través de internet o preguntando a los contactos que se tengan en el sector o, incluso, solicitando la realización de algún tipo de informe comercial.
No obstante, y aunque se hayan realizado todo tipo de investigaciones previas, siempre puede ocurrir que, realmente, se acaben firmando acuerdos que deriven en impagos por alguna de las partes. En estos casos, y antes del desenlace final, existen indicios que pueden resultar determinantes para comprobar si el cliente podría ser deudor:
- Si se trata de una empresa con menos de cuatro años de antigüedad: Suelen presentar más riesgo porque son más proclives a desaparecer por no obtener beneficios.
- Si posee varios objetos sociales o el que aparece es diferente al objeto por el que se ha firmado el acuerdo.
- Si los miembros del consejo de administración de la empresa pertenecen, además, a otros consejos y, sobre todo, si éstos están vinculados de alguna forma a empresas con solvencia dudosa o, incluso, aparecen en testaferros.
- Si el domicilio social no es el mismo que aparece en las facturas o si se ha cambiado en diversas ocasiones.
- Si los depósitos de cuentas que hace en el Registro Mercantil son demasiado bajos, no se realizan con cierta periodicidad o son, incluso, inexistentes.
- Si se perciben cambios bruscos y negativos en la plantilla (despidos, bajas sospechosas, etc.) o en el volumen de negocio.
- Si se observan cambios de comportamiento como, por ejemplo, que cambie los tipos de pedido, que deje de pagar en los plazos señalados o pague sólo una parte de la deuda, que cambie con relativa frecuencia de entidad financiera, etc.
- Si las respuestas o excusas no son lógicas o se percibe dejadez.
Si bien es cierto que estas circunstancias pueden no ser definitivas, tanto el cliente como la propia empresa de cobro de deudas pueden tomarla como punto de partida para, al menos, iniciar una investigación y preparar el terreno por si hubiera que tomar medidas para evitar el impago.